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Literatura enceldada
Tener algo que decir, querer decirlo, y
saber decirlo artísticamente; supongo que esto último es lo que se pretendía
aquí. Pero ¿qué es querer decir algo?
La actual versatilidad o complejidad de
nuestro mundo y sus múltiples entornos y contextos permite muchas formas de
presencia o actuación, desde un total aislamiento casi imposible de poder
realizar, a una participación activa, visualizada y pública, con proyección o
alcance distinto, pero con la misma intención expositiva de difusión.
El requisito de transmisión,
exposición, publicidad, difusión, en suma, publicación de la obra literaria
parece ser un elemento ineludible del concepto Literatura y en consecuencia el
aislamiento del escritor no podrá ser más que una pose o un lapso de descanso o
inspiración. Nabokov decía que el escritor necesita mezclarse con la multitud,
mantener un estrecho contacto con los semejantes. Aunque él no hable de en qué
fase de la producción literaria se ha de producir la inmersión, parece que
ha de ser en alguna en la inspiración y probablemente en la postproducción.
Pero la transmisión o
publicidad de la creación literaria puede requerir hoy cierto replanteamiento
en base a la existencia de soportes distintos al libro editado o electrónico y
que no tienen coste económico ninguno para su autor, y cuya difusión puede ser
incluso superior al libro de papel o electrónico.
Creo que sería
equivocarnos pensar que el autor de un blog porque eso es a lo que queremos
referirnos, pretenda la misma difusión que el autor del libro publicado, éste
se proyecta para que se venda o al menos difunda su obra. El dueño del blog aun
siendo visible públicamente puede no tener ninguna intención en difundir nada, y
ser el blog el soporte personal para ordenar hechos o ideas. Claro que tiene
algo que decir, quiere decirlo y lo dice y tal vez con cierto atractivo
estético o artístico, es decir, literario; pero posiblemente no tiene ningún
interés en comunicar nada a nadie más allá de a él mismo.
El lector creativo
El arquitecto y el contratista diseñan y
construyen la casa, pero ¿quién la disfruta?
La
creatividad del lector no es solo la crítica literaria, ni la del lector
interactivo con el texto, y tal vez con su autor. Existe la creatividad lectora
del bibliógrafo, no bibliófilo, el que a base de buscar en obras un denominador común las agrupa de forma
que solo él pero ninguna biblioteca puede dar razón de ese sustantivo colectivo
que conforma una colección sistematizada y temàtica de libros , y cuyos escritores llegan a desconocer esa hermandad literaria
a la que el coleccionista les ha sometido y en la que les ha puesto.
La
creatividad no solo estriba en la búsqueda, el hallazgo y la adquisición de las
obras que sería lo de tener algo que decir y querer decirlo; la
labor bibliògrafa exige su lectura , que en muchas ocasiones servirá para hacer
el juicio necesario de pertenencia o no a la colección.
Hasta aquí esa labor del
bibliógrafo/coleccionista no parece alcanzar el rango de creatividad literaria , le
falta proyección, publicidad o difusión.
Pero los hechos pueden dárselo: El reconocimiento público y galardón solo
posible tras décadas de dedicación, o la producción de una obra escrita de
catalogación de la colección y que rebasando el mero catalogo, dé cuenta del
múltiple anecdotario de adquisición de las obras, cuyo proceso en muchísimos casos
será más gratificante que la inmersión o lectura misma de la obra.
Al final te das cuenta que la literatura
no solo son sus contenidos más o menos apetecibles de leer, son objetos
deseables de poseer,los libros, con una historia que rebasa su inicial texto, y que agrupados con algún criterio, crean un
conjunto con entidad propia y única .
El genuino literato/autor muchas veces
sale poco de su torre de marfil o del mar de sus con frecuencia limitados
temas, pero ¿en cuantos océanos y torres de marfil penetra el lector
empedernido?.
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